“Que Antonio Luciano Juan Palacios y Ramilo nació en la parroquia de Porriño a las diez y media de la noche del día ocho de enero de mil ochocientos setenta y cuatro en la Calle de la Plaza de esta villa.”
Este es el texto que figura en la partida de nacimiento de Antonio Palacios del 8 de enero de 1874. A partir de aquí, el arquitecto crecerá en el seno de una familia numerosa formada por sus padres, el madrileño Isidro Palacios García y Teruel y la porriñesa Jesusa Ramilo Nieves, y seis hermanos: Jesús, Carmen, Amparo, Amelia, Joaquín e José.
Su infancia transcurre en Porriño. La familia se veía obligada a desplazarse debido a los trabajos que el padre efectuaba para la línea de ferrocarril como ayudante de obras públicas. Aún así, Palacios nunca perdió su vínculo con su lugar de nacimiento.
Aunque consolidó su vida en Madrid, nunca perdió de vista O Porriño. Fue un lugar de referencia en lo emocional pero también en lo profesional. Algunas de sus primeras obras están diseñadas para su pueblo natal. Obras, que, por cierto, nunca cobró, lo que demuestra la querencia del arquitecto por la villa del Louro.
Siempre que se trasladaba a Galicia para gozar de sus vacaciones de verano, se instalaba, en un primer momento, en Porriño. Aprovechaba la estancia para dar largos paseos por los alrededores e incluso para participar en las charlas de la Botica Nova, el edificio que proyectó para su hermano, el boticario José Palacios, y en las que se daban cita intelectuales de las letras y las artes de Galicia. Se puede afirmar que desde O Porriño fue donde comenzó a acercarse al galleguismo desde un punto de vista sentimental, una corriente que influyó con contundencia en su arquitectura.
Además, Palacios fue uno de los mayores impulsores del granito extraído de las canteras porriñesas. El arquitecto sentía auténtica fascinación por este material y por todo el proceso de trabajo que conlleva extraerlo y someterlo a tallado. Hay quien afirma que, durante sus estancias en O Porriño, el arquitecto visitaba las explotaciones de granito para observar el trabajo de los canteros o para elegir el mismo la piedra para sus obras. Lo utilizó para su obra gallega y también para la madrileña.
Antonio Palacios falleció en su modesta casa del Plantío (Madrid) el 27 de octubre de 1945, a los 71 años. El 30 de octubre de 1976 sus restos fueron trasladados al cementerio municipal de Porriño donde reposan bajo una pequeña mole de granito que lleva su nombre y profesión labrados a pico por un cantero.